El pasado jueves fue encontrado en la carretera de Burgos Km 18, un menor, J.M.S, de unos ocho años que sus padres daban por desaparecido desde hace seis años y medio. Al parecer, el niño conocido como el niño salvaje de IKEA, se extravió una tarde de sábado en dichos almacenes de muebles pero, a diferencia de lo que había establecido el informe policial, no fue secuestrado por un banda mafiosa sino que desorientado entre tanto pasillo se quedó jugando en la sección de dormitorios infantiles sin que ningún empleado se diera cuenta. Desde entonces el niño ha vagado día y noche por los pasillos y almacenes sin ningún contacto directo con los consumidores que acudían por miles todos los días. Los primeros reconocimientos de las autoridades sanitarias muestran que no parece presentar ningún problema físico grave aparte de niveles altos de colesterol y de azúcar debidos seguramente a la dieta rica en hidratos de carbono y grasas saturadas de los menús de IKEA. No obstante, sí se han comprobado déficits del lenguaje pues solo es capaz de vocalizar extrañas palabras sueltas:“Godmorgon”, “Frägen”, “Lillholmen”…
Este descubrimiento se une al también extraño caso conocido la semana pasada de la niña Berta que vivió durante tres meses en la casa de unos vecinos. La niña se equivocó de pareado una noche al regresar a casa y curiosamente ninguna de las dos familias se dio cuenta del error hasta que pasados tres meses el hermano pequeño preguntó si se podía quedar con la PSP de su hermana ya que no vivía con ellos.
Los misterios de la vida globalizada y del consumo homogeneizado son insondables. La semana que viene hablaremos de Jaime, el niño que se tiró un año entero en una ludoteca de bolitas y que sus padres descubrieron en la fiesta de cumpleaños del niño un año después.
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