Mr. Scrooge repartió entre sus compañeros un pequeño detalle de consumo responsable y les invitó a una caña para celebrar el inicio de las navideñas fiestas que se avecinaban. Habían conseguido mantener la cooperativa a flote un año más y era momento de celebrar estos días especiales con la familia, los amigos y también con los compañeros de trabajo.
Su sobrino le llamó por teléfono “¡Tío! Te he guardado 5 números de la lotería del Niño. Luego te los llevo y de paso me acompañas al centro comercial para comprar regalos para todos, ¿vale?” “¿Al centro comercial? ¡Bah! Paparruchas” Respondió Mr Scrooge. “¿El centro comercial una tontería? Seguro que no lo dices en serio. Tu comportamiento es de gran irresponsabilidad. La Navidad está para comprar y si no participas de la fiesta consumista difícilmente podremos salir de la crisis” “¡Bah! Paparruchas. Además no puedo ir, tengo que terminar de preparar la cena y he quedado con los del club de lectura para felicitarnos. Ya llevaré algún detalle yo por mi cuenta”. “¿Algún detalle? ¿No se te ocurrirá llevar otra vez alguna de esas cosas tuyas de yayoflauta como productos o artesanías locales que contribuyen escasamente al incremento del PIB?” “Bueno, no te preocupes que esta vez trataré de llevar además alguna cerveza artesana o vino ecológico” “No tienes solución tío, algún día alguien te tendrá que abrir los ojos para que te des cuenta de que en el capitalismo neoliberal, globalizado y financiero las cosas funcionan de otra manera”, se despidió enfadado el sobrino de Mr Scrooge.
A Mr Scrooge más que abrírsele los ojos se le cerraron después de la comida y con el sonido de la televisión de fondo se echó una siesta en el sofá. Cuando apenas llevaba 15 minutos traspuesto escuchó una voz: “Mr Scrooge, Mr Scrooge”. Se despertó sobresaltado y se encontró con un espectro que salía de la tele que se parecía bastante al actual ministro de Economía y que le decía “Mr Scrooge, últimamente estás colaborando poco con la economía pero he venido para advertirte que aún te queda una oportunidad para escapar a un destino decrecentista y sostenible. Una oportunidad, una esperanza que yo te he conseguido. Durante las próximas horas vas a recibir la visita de tres fantasmas que te explicarán importantes cosas sobre la realidad de la economía”.
Sin saber muy bien si había sido real la aparición del espectro o un simple efecto de las traicioneras cañas de antes de comer, Mr Scrooge volvió a cerrar los ojos y se volvió a quedar dormido. No obstante, al poco tiempo de nuevo una voz le despertó. “Buenas tardes, soy el fantasma de las Navidades pasadas y he venido para que me acompañes en un viaje a través del tiempo”. Entre alucinado e incrédulo, Mr Scrooge cogió suavemente el brazo del espectro y juntos atravesaron la pared y se hallaron sobre una carretera a campo abierto. La ciudad había desaparecido y enseguida reconoció a vista de pájaro el pueblo y la casa en la que se había criado. “Contempla las Navidades de tu infancia y no temas ser visto que éstas no son más que sombras de las cosas que han sido y no advierten nuestra presencia”.
Mr Scrooge, se reconoció en el chiquillo que jugaba contento en la calle con otros amigos del pueblo sin una sola pantalla digital que echarse a las manos. El fantasma le dijo: “Mira cuánta frugalidad, cuánta sencillez. Qué poco culto al consumo, a las luces navideñas, al derroche gastronómico o al flujo circular de la renta. No hay manera de vivir la Navidad como el Dios dinero manda en esta situación. Nuestra tradición cristiana y la de otras culturas globalizadas necesita las compras, los regalos, las comilonas o los premios de la Lotería de Navidad. Ya lo dijo Jesucristo: creced y multiplicad los dividendos repartidos a los accionistas. ¿Para qué echó Jesús a los mercaderes del templo? Para que se localizaran mejor en los centros comerciales a las afueras de las ciudades”. A Mr Scrooge, el discurso del fantasma le dejó un poco descolocado y no se reprimió en dar su versión “Siempre he recordado mis Navidades infantiles como momentos de gran felicidad a pesar de esa frugalidad que criticas. Y, aunque no soy muy experto en el tema, dudo que la Biblia trate la Navidad en esos materialistas términos”. El fantasma de las Navidades pasadas encajó malamente las explicaciones de Mr Scrooge y horrorizado gritó al tiempo que se evaporaba “¡¿Cómo te atreves a dudar de la palabra de alguien que ha vagado por la inmensidad del espacio-tiempo y comprobado la eficiencia de los mercados neoliberales, globalizados e hipertrofiados financieramenteeeeee?!”. Mascando sus palabras estaba Mr Scrooge cuando de repente se encontró de nuevo en el sofá de su casa sin rastro del espectro que le había acompañado.
Convencido de que en breve llegaría otra visita, Mr Scrooge no se molestó en intentar dar otra cabezada. Y efectivamente, al poco rato, apareció en mitad del salón el que dijo ser el fantasma de las Navidades del presente. “Acompáñame alma incrédula y verás los centros comerciales abarrotados, los hornos de las casas a todo trapo, los árboles de Navidad atiborrados de regalos, la maquinaria de la distribución bien engrasada de petróleo llevando camiones, trenes y barcos de punta a punta del planeta, los contadores eléctricos logrando otro record de consumo, las acciones de las empresas superando las expectativas del IBEX35…”
Mr Scrooge cortó en seco el discurso del fantasma y le dijo: “Supongo que también me enseñarás las fábricas completando los pedidos de regalos baratos fabricados en condiciones de esclavitud. ¿Y me llevarás a ver la destrucción de los manglares para abastecer nuestra demanda de langostinos? ¿Y en general la sobreexplotación de recursos naturales para ofrecer más productos al Dios Mercado? ¿Y veremos las montañas de residuos o las toneladas de emisiones de CO2 para mejorar la Macroeconomía?”. El fantasma de las Navidades presentes encajó malamente la réplica de Mr Scrooge y horrorizado gritó al tiempo que se evaporaba “¡¿Cómo te atreves a dudar de la palabra de alguien que ha vagado por la inmensidad del espacio-tiempo y comprobado la eficiencia de los mercados neoliberales, globalizados e hipertrofiados financieramenteeeeee?!”.
Como os podéis imaginar, sentado en el sofá esperó al tercer fantasma. “Mr Scrooge, agárrate a mi brazo y viaja conmigo al futuro para comprobar cómo en breve se habrá logrado la plena mercantilización de las emociones navideñas: paquete de alegría sólo 12 €, cordial encuentro familiar desde 135 €, especial 2×1 navideño: gesto de solidaridad más sentimiento de empatía por sólo 56 €, deseos de paz para el prójimo al 25% de descuento, felicidad en estado líquido, sólido o gaseoso por 13,99 €…” Mr Scrooge ya un poco cansado de tanto viajecito le dijo al fantasma “Quieto amigo, que yo de aquí no me muevo. No tengo ningún interés en visitar lo que me avanzas y prefiero quedarme en mi casa que son ya casi las siete y todavía no he terminado de preparar el gazpacho de remolacha, los raviolis de repollo rellenos de setas o mi bollo de calabaza con compota de manzana”. El fantasma de las Navidades futuras encajó malamente la indiferencia de Mr Scrooge que ni siquiera llegó a escuchar el grito horrorizado del fantasma de las Navidades futuras “!¿Cómo te atreves a hablar así a alguien que ha vagado por la inmensidad del espacio-tiempooooo…?!”.
Nada más volvió a saber Mr Scrooge sobre tan pesados espíritus pero cuenta la leyenda que, desde aquel encuentro, por la inmensidad del espacio-tiempo algunos fantasmas navideños van difundiendo un mensaje de autosuficiencia y cooperación, de solidaridad y sostenibilidad e incluso del necesario crecimiento del Índice de Bienestar Común o de la Felicidad Interna Bruta.
Feliz Navidad.
José Ramón Paramio (y Charles Dickens)
Miembro de los econoplastas y de El Rincón Lento
Ilustración Patri Dubre