Viajo en el tren apuntando fragmentos del libro recién terminado de Antonio Turiel Petrocalipsis. El libro sienta como un jarro de agua fría. No solo por apuntar lo que ya muchos sabemos (que la era de los combustibles fósiles está en la cuenta atrás) sino porque arrea sucesivos zascas a cada una de las energías renovables que nos venden como alternativas.
Turiel lo deja claro: no hay forma de alimentar a este monstruo que hemos creado y del que somos parte. Hay que decrecer por las buenas o decreceremos por las malas: «Jamás saldremos de esta crisis. No, al menos, dentro del esquema económico y social del que nos hemos dotado. No crea el lector que se trata de una afirmación gratuita. En realidad, hace mucho tiempo que se sabe que iba a pasar esto; lo que ocurre es que no queríamos cambiar y por eso no lo hemos hecho. Pero ahora ya no se puede esperar más: hemos llegado a ese día en que las consecuencias de nuestros actos se han vuelto concluyentes».
Por la tarde, antes de ir a un encuentro en la La Casa Encendida, paso por la Fundación Telefónica para ver una interesante exposición: La Gran Imaginación: Historias del Futuro, en la que se hace un recorrido por diferentes visiones del futuro a lo largo del tiempo (utopías, distopías, ucronías, ciencia ficción…) a través de obras literarias, películas, arte, trabajos de diferentes pensadores, etc.
Existe un paralelismo con el libro de Turiel ya que también muestra cómo en 200 años se ha producido lo que se denomina La Gran Transformación: cambios económicos, tecnológicos y sociales desde la Revolución Industrial que han provocado cambios exponenciales en el consumo de recursos, en el número de habitantes del planeta, en la generación de residuos…, en definitiva, en el impacto sobre la Tierra. El Antropoceno.
Ante esta situación, la exposición plantea cuatro diferentes escenarios para el futuro y representa cada uno en una pequeña sala con un ejemplo imaginado:
1. El crecimiento: los que negamos que se pueda seguir creciendo ilimitadamente en un planeta finito somos pájaros de mal agüero y estamos equivocados. No solo eso, sino que además podrá ser un crecimiento verde, social, inclusivo, robótico y rebueno. Goooool.
2. El colapso: la cosa está muy malita y no hemos respondido a los desafíos de la emergencia ambiental a tiempo (demasiadotardismo vamos) así que el planeta, más bien el ser humano, se enfrenta a la escasez, el colapso, el racionamiento, los búnkeres y el esto esto esto es todo amigos.
3. La gran transformación: no podemos imaginar hoy en día lo que hará posible en el futuro la tecnología y la ingeniería. Lo más probable es que los avances permitan revertir todos los problemas medioambientales y no volveremos a escuchar eso del calentamiento global ni demás gaitas de ecocenizos.
4. La disciplina: detrás de este feo título se esconde la idea de la autocontención y del decrecimiento: consumir menos, reciclar, usar bienes colaborativos y cooperativos, apostar por los bienes comunales, producir nuestros propios productos, etc. Me quedo con este futurible. De hecho, como nos han dicho algunas personas: “Esta sala se parece al Rincón Lento”.
Y, para terminar el día (ya queda menos para el futuro) el encuentro Ecotopías: Futuros esperanzadores y batallas culturales con mi admirado Miguel Brieva, ese ilustrador, escritor y agitador cultural que tan provocadoras imágenes nos ha regalado siempre.
Aparte de mostrarnos algunas de sus ilustraciones y viñetas que tratan también sobre futuros imaginados (tecnofuturo, desastre ecológico o ecotopía) nos recomienda otro buen puñado de ilustradores, libros y películas para tratar de forjar entre todos, nuevas narrativas (en positivo) sobre lo que podría llegar: un futuro común y sostenible.
Comparte el encuentro Gabriela Vázquez, miembro de Ecologistas en Acción que también quiere potenciar nuevas narrativas a través de un interesante proyecto musical (y en torno a la figura de Momo, toma ya. Acabaremos con los hombres grises).
De vuelta en el tren escucho una entrevista a Isaac Rosa que ha ganado el Premio de Literatura Breve de Seix Barral con Lugar seguro. Dicen que es una “novela con una picaresca antidistópica que imagina otro mundo posible”… Casi nada. Ya hay lectura a la vista. O escritura de otro libraco…