La desnutrición que padecen millones de personas en el mundo no es un problema de falta de alimentos. Las raíces del hambre del siglo XXI hay que buscarlas en la exclusión y marginación que padecen millones de personas por causas estructurales y las soluciones fundamentales para erradicarla pasan por medidas políticas que comprometan un cambio de estructuras sociales y económicas: soberanía alimentaria, derecho a la alimentación, defensa de los productores de alimentos, fin a la especulación financiera en los mercados de alimentos pero también, tus propios hábitos de consumo de alimentos.
“…no tenemos derecho a la desesperanza. Nosotros los que no pasamos hambre, los que no morímos de enfermedades curables, los que podemos estudiar y reflexionar, los que no tenemos nuestras facultades físicas ni intelectuales mermadas por las secuelas del hambre y las enfermedades, no tenemos derecho a la desesperanza”. (Jorge Riechmann)