Erase una vez un lejano reino en el que repentinamente sus habitantes redujeron el consumo de productos. Y sorprendentemente dejaron de coger el coche tan a menudo y se lanzaron a por la bicicleta y el transporte público. Y curiosamente el irracional movimiento de camiones llenos de cosas que van y vienen emitiendo CO2 a tope se frenó en seco. Y felizmente muchos de los ciudadanos decidieron pasar sus ratos de ocio paseando por el campo en vez de ir al centro comercial. E incluso se sabe de algunos que desempolvaron una baraja de cartas y jugaron al “Chinchón”. Y evidentemente se reforzaron todas las redes asociacioniles y organizacioniles. Y consecuentemente a medida que se reducían los lazos mercantilizados se fomentaba el trueque, el consumo responsable, la cooperación y las cadenas de favores.
Y finalmente la lectura pausada, la charla tranquila y las sesiones de narración oral triunfaron frente a los atascos desquiciantes y los trabajos estresantes. ¿Qué había pasado en ese reino lejano tan repentinamente? ¿Se trataba de un inesperado giro hacia sociedades humana y medioambientalmente sostenibles? ¿Se trataba de la nueva crisis económica cíclica?. Nadie sabe pero fueron felices aunque no tenían ni para perdices de granja escabechadas con vinagre de Mogadisco acompañadas con crema hidrogenada de huevas de Atún Rojo y una base de soja transgénica del antiguo Amazonas…
¡Decreced y dividíos!
Ilustration by Ana O.